Popup Image

DE COMPRAS POR EL BAZAR...

Se adentra en la «tienda de los chinos» o como la llama, nostálgico, «El Todo a Cien». Lleva una lista: tacos robustos para poder colgarla del techo con seguridad, perchas de alambre para convertirlas en hierro para marcar y tinte de cuero negro para restaurar el cinturón con hebilla de plata que compraron e EEUU mientras recorrían la Ruta 66. Intenta ceñirse a ella, pero el silencio, la luz tenue de los flexos y el tiempo detenido en los pasillos solitarios a esa hora en la que todo posible cliente está dejándose arrastrar por la marea vacua de su vida le fagocitan. Comienza a deambular. Decenas, cientos, quizá miles de artículos aparentemente inocentes le tientan para que les dé una utilidad distinta, un nuevo propósito vital, un destino menos prosaico. Así será, les promete. Echa en la cesta un estropajo, un colador, un paquete de chinchetas, una correa de perro… Sopesa un rollo de cables, si les aplica calor podrá convertirlos en un látigo con el que azotar la suave piel de sus nalgas hasta que brille rojiza como su sexo. En la sección de juguetes encuentra un arco con sus flechas; comprueba la flexibilidad, demasiado duras, a Ella no le gustará y no puede permitirse ese lujo. La última vez estuvo a punto de perderla. Y no, no quiere que eso ocurra. Los deja en el estante y sigue deambulando. Su intuición le guía y descubre unas pinzas para rulos del color favorito de Ella. El tiempo se detiene. Las imagina en sus diminutos pezones rodeados de aureolas grandes y carnosas, mientras Ella cierra los ojos, se muerde los labios, intenta obedecer su orden de silencio hasta que se rinde, se convulsiona, pierde el control, le suplica que apriete hasta arrancarlos. Ella, Ella, Ella… alzando las muñecas para ser sometida por una cuerda para que él la convierta en una obra de Shibari única, hermosa, perecedera en el tiempo, eterna en la memoria. Calibra varias, de yute, de cáñamo, de algodón… ninguna le convence. ¿Y si experimenta con cinta adhesiva? Sí… La someterá sin dejarle marcas que acariciarse cuando él no esté, en un intento vano de revivir lo que fue y ya no es, hundiendo sus dedos en su interior hasta correrse, quebrantado su orden porque siempre, y él lo sabe, y Ella lo sabe, puede. Un suave carraspeo le saca de su ensueño. Es la dependienta que le mira fijamente. Toma conciencia de su miembro erecto que pugna por reventar los pantalones. Se tapa con la cesta, pero sabe que es un gesto inútil e intenta, ruborizado, componer uno de disculpa. Tras un instante que se le hace eterno, la chica alarga la mano hacia la estantería, coge un paquete de cinta adhesiva y se lo ofrece. —Esta. Más mejor. Americana no. Pegamento mucho fuerte. No nos gusta —balbucea, con acento asiático, mientras se inclina ceremoniosa.

9 de abril de 2024

Contacta con nosotros

Si necesitas más información, tienes cualquier duda o quieres realizar una reserva, puedes contactar con nosotros por teléfono al +34 691 67 40 80, también vía WhatsApp, o escribir un email a info@eligeme.net o puedes usar el siguiente formulario de contacto.
Te responderemos del modo que selecciones con total discreción en la mayor brevedad.